Guinea Ecuatorial y lo que está escrito en Génesis 9:25



     Si nos invadiera ahora la pereza de una forma inaguantable resumiríamos este artículo diciendo que ni africanos ni guineanos se interesan por sus cosas serias, atribuyendo su estado general a la decisión de Dios, haciendo buena la estupidez descrita en la Biblia sobre un hombre que se emborrachó, se quedó desnudo y fue encontrado así por sus hijos, tres.

    Resulta que con el auge del cristianismo pentecostal y aleluyero en Guinea, más de un adulto cree que el único libro que ha de tener en casa es la Biblia, al que acuden, algunos, como libro de entretenimiento, cuando no es para desgarrar las gargantas en cultos llamativos que asombrarían a cualquier persona cuerda. Que conste inmediatamente que la educación en Guinea es tan pobre que no ha habido ningún problema en que individuos adultos hayan ocupado altos cargos públicos sin haber hecho la educación primaria. Y como no ha ocurrido en una sola ocasión, entonces podemos colegir que mucha preocupación por la falta de iglesias habrá, pero no les ha molestado que un analfabeto pueda llegar a general o a ministro. Y esto se asentó en Guinea desde que Macías y sus secuaces entendieron que la palabra intelectual debía desterrarse de la vida guineana. Pero antes los colonos dejaron escrito que no podían saber más, por negros.

    Toda esta palabrería se justificará cuando digamos que la falta de interés por la ciencia, y por el saber, viene de los primeros momentos en que los nativos de las zonas que pasarían a ser Guinea empezaron a ser colonizadas. Como la colonización era violenta, y fue concomitante con la esclavitud, había que encontrar una justificación divina, bíblica, y se aferraron a lo que les hicieron leer los blancos en los primeros versículos del capítulo 9. En 9:25 se habla de que, habiendo visto a Cam Noé desnudo y no taparlo, el padre lo maldijo después, ocultando, de paso, que primero se emborracharía el padre, Noé, y que dos de los tres hijos, malvados, se chivarían porque está escrito que sí lo taparon. Es decir, Dios, que lo estaba viendo todo, no pudo mandar un fuego repentino para quemarle a Noe por la salvajada de perder la compostura y sí consintió que el borracho maldijera con la esclavitud y la negritud al primero, según ellos, que lo vio desnudo. Y hasta ahora, y quizá sin, razonar el versículo, y sin haberlo leído, millones de blancos y negros lo hacen suyo y esto es lo que justifica la inacción de muchos negroafricanos, quienes, por una razón que desconocemos, no hablan de lo que realmente les interesa.
    Mientras hay miles de negros pasando vergüenza en muchas partes del mundo, adonde llegan por las malas condiciones de su país; los negros que se quedan en casa viven como ladrones, los que mandan, o mandan aplaudir, mientras que a todos les parece embargar una gran alegría cuando llega el día de la independencia y echan la casa por la ventana celebrándolo. El resto de tiempo, pasan las de Caín, y como asumieron su inferioridad, creen que si los blancos o los chinos no les ayudan, y los chinos no tienen otro color, que nos conste, no avanzarían, pero no sueltan ni los teléfonos que compran en el extranjero ni la Biblia para ir al baño. Nadie de los que abren la boca en toda Guinea, y se extiende esto a más países, les dice que el mejor camino para sacudirse el subdesarrollo y la animalidad es el aprecio y el abrazo de la ciencia, y nada de doctrinas infumables y golpes en el pecho.

    Por ahora, es muy difícil que un negroafricano triunfe en lo que es bueno, sea en su país, sea en el mundo, porque los que difundieron la tontería de la maldición de Cam no han dejado de pisar el acelerador del racismo. En casa, por su parte, impera la ignorancia o la consagración de la Biblia, mientras los viejos servidores de los colonos se eternizan en el poder. En Guinea, por ejemplo, las carreteras las siguen haciendo los chinos, y eso que dejaron la Biblia hace mil años. Ahora mismo, ¿qué hay a la vuelta de la esquina en Guinea Ecuatorial? La necesidad de sentar las bases para enmendar el rumbo ante el inevitable deceso del general en jefe que todos ya conocemos. Es hora de juntarse y coser un plan con el que afrontar el destino cuando se presente la emergencia. Pero no, los súbditos de Obiang siguen en su indolencia, esperando que desde arriba les manden señales para sumarse al Día de Oración. Pero ni tienen sanidad en su país, leen que dan pena, y lo hacen en la ONU, incluso, y se prostituyen para obtener dinero para matricular a sus hijos en unas escuelas privatizadas para el beneficio de los ministros.
    Además, los que han robado lo suficiente o han sido enchufados en cualquier trabajo que les permitió un ahorro hacen filas en las embajadas europeas, la española la más, porque entienden que Guinea nunca ofreció garantías de vida, pero olvidando que donde se les acoja, ya sea llegando en patera, o en vuelo de primera clase lleno de euros, se asentarán, pero no serán nada porque adonde vayan se leyó muy antes el Génesis 9:25.

        Sí, es una vergüenza escribir un artículo con una prosa de andar por casa, pero ni sabemos tanto, conste, ni se merecen los guineanos ninguna floritura. No hay más. Lo dijimos y lo sentimos, no hay más remedio que combatir la religión. O si no, guineanos, dejad de esperar de los chinos, de coreanos, o de esta gentuza del  Grupo Wagner, que creen cada uno de estos grupos citados en su respectivo dios, un salvaje que, lo sabemos bien, no se anda con hostias.

        No hay más.
                Barcelona, 9 de octubre de 2025

            Posdata: Bueno, sabemos que hay guineanos que tienen familiares en la cárcel de manera injusta, pero no dicen nada. También sabemos que hay muchos que perdieron a sus hijos en no saben dónde, luego de ser detenidos porque se hicieron violentos, y tampoco abren la boca. Esto que está ocurriendo es muchísimo peor que cualquier cosa que se diga sobre ellos o sobre un Dios que aprobó su maldición, pero en el que apenas creen, prefiriendo seguir a los militares en sus estupideces varias.

        

    

    

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