Annobón, cárcel y demás
De lo que podríamos hablar aquí no es que quede mucho, francamente. Y estamos en Guinea Ecuatorial. A propósito, mi general en jefe Obiang. Querido colega: (Lo de colega es porque el señor general a veces escribe sobre lo que ha visto de los guineanos, y entonces es justo que entendamos que se considere escritor) Ocurre que de un tiempo a esta parte los que deciden las cosas en las cuestiones de inscribir han decidido que todos los que se manifiesten annoboneses han nacido en Annobón, como podría ocurrir que todos los de Acoacam nacidos en Malabo solamente pueden manifestar que nacieron en Acoacam. Ustedes los del continente harán lo que quieran, pero si uno nace en un sitio, no hay ninguna circunstancia que impida citar el sitio de nacimiento, salvo que el sitio ya no exista, que no es mi caso, ni el de ciento de guineanos cuyos apellidos obligan a una modificación del registro de nacimiento. Señor mi general, todos los que tenemos cierta edad sabemos dónde nacimos, incluso la ciudad, o bosque, está reflejado en la partida de nacimiento que, en mi caso, está en latín. Ahora subimos a la oficina de los documentos oficiales de la república y encontramos a señoritas malhumoradas que escriben aquello de “natural de”, como si fuéramos en tiempo de la colonia. Y ahí abres la boca y cualquier mintusa te la cierra y acabas sin ciudad natal. ¿Creéis que esto es cualquier cosa?
No insistiríamos en eso si no fuera porque sí sabemos que estuvimos inscritos en el libro de registro, y todos los que guardan su partida en latín conocen o conocieron el libro en el que estaban inscritos.. Ahora diríamos que estos libros están en una caja guardada en un almacén lleno de humedad. ¿Seguís creyendo que esto es cualquier tontería? Os desafiamos porque en las mismas partidas de los registros de nacimiento debían venir los registros de propiedad. Entonces debe hacer mucha gente de cabeza coronada, o bolsillos llenos, que no quiere que se sepa que sí hubo un registro de las propiedades que la gente tenía en esta ciudad, y en muchas otras. De hecho, desde que Macías tomó el poder, se hizo notorio que todos querían que hubiera muchísimos bienes abandonados para que ellos los ocupen, como luego fueron haciendo. Pero lo del sitio donde uno nace no puede sufrir cambios, mi general.
Y no puede sufrir cambios porque el ocultamiento o la destrucción de los libros de registro os obliga a asignarnos un papá, y unos abuelos que precisamente se hicieron con los bienes abandonados por los colonos. Si tuvierais la bondad de hacer de esta idea una ley, entonces quizá algunos se olviden de que no tienen dónde recurrir para recabar los datos de sus ascendientes fallecidos, y tuvieran que pasar vergüenza ejerciendo de huérfanos de antepasados, habiendo teniendo tales. Yo no terminaré diciendo que ya está bien. Ah, esto no es política, es una cuestión de identidad y de administración pública. Adiós.
Malabo, 5 de agosto de 2025
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