Mendicidad, supervivencia, PDGE OYEE y Arriba la Unidad Nacional
Antes de todo, debo aclarar a mis lectores de lugares remotos como Suecia o Turkmenistán que PDGE Oyee es un grito salvaje acuñado en el seno del partido en el poder, el casi único, el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial, con el que celebran con júbilo sus logros. Se podría traducir por Arriba el PDGE, pero nunca daríamos con la traducción exacta, y por toda la suciedad que lo envuelve todo, y ya verán.
Hoy queríamos insistir en el crecimiento exponencial del número de los que revuelven los contenedores de basura para recuperar las latas tiradas en ellos. El propósito de este insana actividad es juntar una cantidad merecedora de unos billetes en los puntos en los que unos extranjeros, que son los que conocen el destino final de todo lo recogido, y serían los que sabrían qué hacer con ello, las pesan y las apilan. La razón por la que este asunto merece nuestra atención es porque nuestro diminuto país está poblado por gente sensible al asunto del número de extranjeros residentes, llegando el caso de tratar a una parte de ellos con desprecio.
El hecho anterior es el que me permitió relacionar la cantidad de personas involucradas en la recogida con el número de negocios que hay en un tramo determinado de una calle. Y lo que hemos visto hasta ahora es que el recorrido por los barrios de Malabo para hacerse con las latas abandonadas es llevado a cabo por nacionales de ambos sexos, con un predominio de las mujeres, y de todos los grupos etarios, siendo significativo el de niños que todavía no han alcanzado la adolescencia. Y si nos fijamos en un tramo determinado de una calle respecto a los negocios o actividades comerciales de guineanos y extranjeros, contaremos que los extranjeros habitualmente regentan o son dueños de negocios de productos de primera necesidad, las socorridas abacerías, venden productos nuevos o reciclados de la industria automotriz, preparan y sirven comida en los restaurantes y puestos callejeros y también venden ropa de segunda mano. Los guineanos, por su parte, regentan bares de calidad mejorable, tienen tenderetes de ropa de segunda mano, puestos medio improvisados de manicura, puestos de cuidado capilar y ocasionales puestos de comida callejera. Los guineanos también tienen tiendas pequeñas de ropa de primera mano.
El recorrido de este tramo determinado otorga cierta ventaja a los extranjeros, teniendo en cuenta que la venta de ropa de segunda mano no la consideramos rentable, pudiendo ser considerada una mera distracción, y al hecho de que todas, o casi casi todas las abacerías están en manos de los extranjeros. Igualmente hemos de señalar que el 90 por ciento de los efectivos humanos que se ofrecen como entendidos en cuestiones mecánicas de los vehículos circulantes es extranjero, entonces podríamos acabar diciendo que los guineanos casi copan las actividades de supervivencia y mendicidad, pues la naturaleza “asquerosa” del hecho de revolverse en los contenedores lo catalogaría de tal.
Visto lo que nadie refutaría, qué podríamos esperar de las autoridades a las que no debería escapar ningún detalle de esta realidad. ¿Qué deberían decir de un país no precisamente pobre en el que sus habitantes son expuestos en estas estadísticas? ¿Qué deberían decir las autoridades sanitarias sobre un hábito que se vuelve estampa ciudadana? Y, bueno, en el título hemos hecho mención de la unidad nacional porque las autoridades sí que hacen de ello su principal bandera Y bien, ya sabemos que muchos se largan de este país, vendiéndolo todo. ¿A qué santo se encomiendan si en el país de acogida todavía se rajaran los vestidos por su país en peligro de perder la unidad nacional? Es decir, cómo carajos se come el hecho de que uno que se va sigue llorando por una país que no pudo hacerle mantener los logros de una vida entera? La realidad, además, es que no suele ser probable que los emigrados puedan ni quieran hacer nada para revertir la situación. Ya lo dije, y aunque fuéramos los más optimistas del mundo, esto no tiene ninguna pinta de… Ah, otro día hablaremos del porqué no hay un plan serio y extendido de dotar de un oficio a los jóvenes guineanos. De hecho, el procesado de las latas, en los países de destino, no debe ser algo de otro mundo, sino una formación profesional del nivel básico.
Tenemos un sentimiento de derrota porque no terminamos este artículo con una sentencia pretendidamente lapidaria. Ya saben, la costumbre.
Malabo, 19 de agosto de 2025
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