Fuera cameruneses, bienvenidos los rusos.

 El siglo XXI está siendo prolífico en noticias que tienen que ver con las emigraciones. Pero más que eso, está teniendo mucho que ver con la manera en que gobiernos y ciudadanos ruines se posicionan ante la llegada de foráneos. Lo que se ha visto hasta ahora es que ningún país, por más grande que sea, es suficientemente grande para acoger a los que por alguna razón, siempre dolorosa, ha dejado su país. Además, no parece que en el mundo haya dinero para mejorar la vida de los asentamientos donde se arraciman los hombres y mujeres que con muchas dificultades se acercan a una frontera. Hoy en día los malvados jefes de gobiernos de muchísimos países están pidiendo la creación de un nuevo país, y sea en la ciénaga más infecta, que acoja a los que perdieron el suyo o no pueden vivir en él porque se han quedado sin gobierno y mandan los malvados. Toda esta palabrería la podemos resumir en dos hechos: hay más de un país europeo al que le gustaría que cualquier país africano acoja a todos los que llegan a sus fronteras. ¿Qué es lo que pretende hacer Donald Trump? ¿En qué sueño tórrido se le ocurrió la idea de eu


ropeizar a la fuerza los Estados Unidos de América. Porque un día nos tiene que explicar qué quiere decir con aquello de Make...

    Podríamos estar una hora más, poniendo comas y verbos auxiliares, pero de lo que queremos hablar es que hace poco vimos filas de hombres y mujeres de Camerún que estaban siendo expulsados de Guinea. Esto de expulsar a alguien de su residencia habitual para enviarlo a su país, al menos en Guinea, empieza con una patrulla de hombres malolientes que tocan las puertas de las casas señaladas a horas tempranas de la mañana. Suele haber insultos, golpes, robos. Pues ocurrió hace poco. Tiempo después, o antes, o después, da igual, llegaron los mercenarios del Grupo Wagner para apuntalar el poder de la gente criada y acunada, y también besada, por el general-presidente Obiang. Los del Grupo Wagner son rusos o asimilados. Ahora están en Guinea. Hace poco, en Bata, un hombre guineano fue atropellado por un coche conducido por uno de ellos. Al hombre lo vimos sufriendo estertores mortales mientras los rusos que atestiguaron el declive de su destino lo miraban y lo tocaban, como si no supieran que en un hospital lo podrían salvar. Está claro que lo hubieran dejado en el suelo de no haber habido testigos. Ah, lo más probable es que no hubiera sobrevivido, y porque a los muy grandes mercenarios no les interesa la vida de los guineanos comunes. En cambio, a muchos guineanos comunes les molesta que haya extranjeros de raza negra en el país. Es por eso que se puede expulsar a los cameruneses, pero ven cómo se le acaba la vida a un hombre atropellado por los rusos y tampoco saben qué hacer.
Fin. Para qué gastar más saliva en recorrer los lugares comunes.

Barcelona, 13 junio de 2025
    

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