Delirante, Donald Trump decide con su firma afilada.


     Una de las veces en que tomé consciencia de la naturaleza peligrosa del actual presidente de los EE.UU. es cuando me enteré, casi de milagro, que a un científico francés lo vetaron en el punto fronterizo del país americano por haberlo criticado. Supongo que no sería en un asunto que tuviera que ver con su interactuar en la intimidad de su casa, allá donde viva cuando no está en el despacho oval. De hecho, dijeron que era una persona que promovía el odio contra Trump. Llegaron a este punto luego de revisar su teléfono y su ordenador portátil. Lo pongo mejor, !!su teléfono  y su ordenador portátil!! 
    Creedme, yo creía que la revisión de estos dispositivos se harían en ciertos países, como Corea del Norte, Rusia, China, y en algunas vergonzosas dictaduras, como Eritrea o Arabia Saudí. Incluso en una reputada dictadura como Guinea ya no se lleva a cabo la revisión de estos dispositivos, salvo que el viajero hubiera estado anteriormente precedido de cierta fama de... Bueno, creo que Obiang, su mujer, y su hijo deben saber que se les critica abiertamente, al menos en el extranjero, así que no se toman ya la molestia, o se guardan las formas y la oportunidad. Pues vemos que Donald Trump, no. Y esto es peligroso, pues ahora, con la luz que los Estados Unidos tienen encima, 100 países de mierda de este este mundo pueden creer que es normal que a alguno se le impida entrar por cualquier cosa que hubiera dicho sobre el presidente del país al que quiera visitar. Aquí urge aclarar dos cosas: Esto de países de mierda lo dijo Donald Trump de ciertos países africanos. La otra es que muchas fronteras del mundo se delimitaron con arbitrariedad y recurriendo a la violencia, hechos que invalidan su existencia.
    Pero de lo que queremos hablar es de la reciente parida del mandatario barriobajero que se postula como vitalicio de los Estados Unidos. Y es que ha sacado su firma a relucir y ha decidido que los portadores de ciertos pasaportes, documento que teóricamente refrendan la nacionalidad de uno, no entrarán ya en su país; que ya basta de hostias y de tanto delincuente que quiere poner en peligro a la pacífica población americanglosajona. Y, curioso, entre estos países está la No República de Guinea Ecuatorial. Ya saben, la manera en que se gestionan los asuntos en el país hacen creer que no es una res pública, sino finca privada de cierta familia. (A propósito, feliz cumpleaños, general Obiang, que dices que naciste el 5 de junio) De hecho, el 5 de junio es fiesta de guardar en toda Guinea, y si hubiera caído en sábado se hubiera trazado el puente hasta el lunes para que la gente no tenga que tragar la hiel de las oficinas en tal día señalado.
    A lo que íbamos: ¿Por qué un servidor cree sospechoso que el de la firma punzante incluya a nuestro país en la lista de los vetados? Porque, francamente, la nuestra no es una tierra pródiga en hombres violentos y con suficiente hiel para ser catalogados como terroristas en tierra ajena. Tampoco hay suficiente necesidad para ser delincuente trasnacional, como podrían ser todos los miembros de cárteles de toda América. Entonces quedó claro que la inclusión de Guinea Ecuatorial tiene sí mucho que ver con que los que deciden las cosas no son prácticamente nadie, y pese a la cantidad de dinero que han regalado en los Estados Unidos. Pero la razón principal descansa en un hecho bastante conocido, y del que un servidor ha llamado la atención en más de un artículo.
    Es el asunto de la corrupción. Y es el asunto de cómo la casta dominante ha destruido el tejido archivístico del país para que cualquier documento  emitido tenga solamente el refrendo de su tosca palabra. Sería esta la vía por la que cualquier persona malintencionada, digamos por ejemplo, un narcotraficante colombovenezolano, podría obtener en Malabo un pasaporte de color rojo que le permita deslizarse por los pasillos de los aeropuertos con su maleta llena de cualquier género prohibido. Este asunto de la inclusión de Guinea se veía venir, pero la casta dominante creía que los beneficios que obtenían alterando las letras eran muchos para parar los abusos, o que era un asunto que no les iba a tocar. Y por esto no hicieron caso cuando escribimos, en cierta revista electrónica que todavía circula, sobre el destierro de cualquier rigor en la concesión de los documentos nacionales. No tiene sentido, le dije hace unos meses a una funcionaria del departamento de pasaportes, que cualquiera decida sobre mi lugar de nacimiento si debería existir el archivo de los registros de nacimiento de todas las personas de mi edad, y que daba fe de esta existencia.
    ¿Qué hay a partir de ahora? Esperar que Donald Trump se desengorile, teniendo en cuenta la capacidad que se tiene en política para desdecirse, mientras lo que quede de sensatez en Guinea reflexione sobre la insensatez de instalarse de manera definitiva en la mera transcripción de la voz de los que alardean de sus galones mientras se hacen el agosto. Bueno, no es casualidad, todos estos ladrones accedieron al poder el 3 de agosto de 1979. Mientras tanto, los perjudicados tienen que gozar de la tranquilidad de saber que no disfrutarían si pudieran viajar a un país cuyo presidente se embarca en estas cruzadas, pues allá en la "América" se encontrarían con personas incapaces de ver aberrante el hecho de que se impida la entrada a una persona que un día se atrevió a criticar a un hombre que sale a la calle con un batallón de efectivos armados con tecnología casi casi alienígena. No es broma, un intento inexplicable por orillarlo terminó en un simple rasguño en una oreja.
    Fin. Que no hay mal que por bien no venga no es sabiduría bisoña, aunque es una forma de autoconsuelo que no desmiente el hecho de que, para muchas cosas, no hay ya tiempo para contemplaciones.
                
                            Barcelona, 6 de junio de 2025
            Postdata: Ah, no hemos mencionado una de las razones que ha esgrimido el presidente para tomar la decisión, que es el hecho de que muchos de los que viajan a su sobrevalorado país ya no realizan el viaje de vuelta. Y no lo mencionamos porque la Tierra, con océanos y continentes, no es de nadie, algo que debe convertirse en verdad universal.

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