Guinea Ecuatorial: Gimiendo bajo el yugo ruso.
Hablando de Guinea Ecuatorial, y de su trayectoria como país libre sujeto a las deudas contraídas, ¿a que parecería llamativo que su suerte se asociara a Rusia? Pues no lo es. Ocurrió que muchos países africanos accedieron a la independencia y creyeron que debían cortar lazos con la metrópoli. Y casi lo hicieron, aunque sea para navegar por varios meses en las aguas de la incertidumbre hasta que la Unión Soviética se constituyera en la única tabla de salvación. Fue lo que ocurrió con Guinea. En 1968 ya había terminado la II Guerra Mundial, y el mundo de los poderosos estaba dividido en dos bloques, el Occidental, liderado por..., y el Soviético, porque con Rusia empezó casi todo esto. El presidente de Guinea era Macías, un bobo y energúmeno que amaba a Hitler y a Franco a la par, y que había sido ayudante en tribunales para juzgar a sus paisanos de Río Muni. No supo qué hacer con la responsabilidad que asumió, y fue la manera en que se lanzó a los brazos del Eje comunista, aunque estuviera babeando que dirigía un país No Alineado. O sea, no sabía lo que quería, no sabía nada, sólo quería mandar.
No sabía qué hacer, pero el bloque comunista sabía lo que tenía, y que necesitaba Guinea, armas, los médicos cubanos y chinos, insuficientes, las armas e instructores rusos, y muchas ganas de torturar a los guineanos. De hecho, fueron los años mismos que en las cárceles y comisarías de Guinea se aplicaba la tortura llamada etiopía, salvajada llamada así porque fue enseñada por instructores etíopes que lo aprendieron de los rusos, y bajo la sombra de la amistad que contrajo Mengistu Haile con el poder soviético y luego con Macías.
Pasó el tiempo, Macías Nguema fue fusilado por las huestes de Obiang, su sobrino, y con el tiempo, cercano a los nuestros, el petróleo brotó, casi la influencia soviética se mitigó, porque se diría que su gran obsesión es infligir daño, y el mundo occidental se adueñó del horizonte económico y onírico de los guineanos. Por ejemplo, Obiang Nguema tuvo o sigue teniendo una cuenta bancaria en la banca Riggs, hubo un colectivo de mujeres jóvenes guineanas apodadas las buscablancos, que se prostituían al amparo de los humos de los trabajadores norteamericanos de las petroleras, y muchos hombres y mujeres descubrieron que se podía beber el champán de la marca Moet Chandon como si fuera la cerveza más barata del mundo.
Pasó el tiempo y los pozos fueron secándose, se fue el grueso de los americanos con sus tubos y llegó la hora en que Obiang necesita andar con bastones. A esta fecha ya está ungido su hijo predilecto, el manirroto Nguema Obiang, y como la sucesión tiene que ocurrir sin aspavientos, y el mundo occidental se volvió "envidioso del desarrollo sin precedentes del país", hizo volver a los rusos, esta vez bajo la tapadera del grupo Wagner, que emplea a mercenarios sin piedad. Hace unos días desfilaron en Malabo, disparos y humo mediante, porque celebraban, en nombre de Rusia, la victoria en la II Guerra Mundial, guerra en la que la Guinea franquista fue ligeramente favorable al bloque fascista.
Cuando se desató la guerra de Ucrania, muchos guineanos, y también africanos enarboladores de banderas ridículas, se alinearon con Rusia, creyendo que el país invadido representaba los intereses de un mundo colonial decrépito y ladrón, así que necesitado de recibir un duro correctivo de la Madre Rusia. El tiempo va corriendo, se han asentado grupos mercenarios rusos en distintos países de África, y la realidad guineana es que a la muerte del actual dictador tendremos continuidad represora en forma de lo que quede de su ambiciosa familia. Esta sería una de las veces en que los ingenuos guineanos recibirían el karma ganado por su amnesia, aunque sea para el dolor infinito del resto, y sobre todo, de los annoboneses, 37 de cuyos hijos se duelen en las duras cárceles del país por una protesta.
Barcelona, 12 de mayo de 2025
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